La participación ciudadana no debe entenderse como un acto simbólico, sino como un componente esencial de toda política pública orientada al desarrollo. Incluir diversas voces, sobre todo las de los grupos históricamente excluidos, permite construir soluciones más justas, contextualizadas y sostenibles.
Fortalecer los mecanismos participativos es una tarea conjunta entre el Estado y la sociedad civil. Solo así podremos avanzar hacia un modelo de desarrollo que realmente responda a las necesidades de todas las personas.