En primer lugar, la participación ciudadana permite que las políticas públicas respondan a las realidades concretas de la población, es así que cuando las decisiones se toman de forma centralizada y sin diálogo con los sectores involucrados, existe un alto riesgo de que las medidas sean ineficaces o excluyentes. En cambio, cuando las personas tienen la oportunidad de involucrarse, aportar experiencias, conocimientos y preocupaciones, se enriquece el proceso de formulación de políticas. Esto no solo mejora la calidad de las decisiones, sino que fortalece el sentido de pertenencia y corresponsabilidad en la sociedad.
Además, la participación ciudadana cumple una función pedagógica y transformadora, aquí las personas que se involucran en espacios de deliberación y toma de decisiones desarrollan una mayor conciencia crítica, se empoderan y refuerzan valores como la solidaridad, el respeto y la justicia. Para nosotros, participar activamente no solo nos forma como ciudadanos comprometidos, sino que nos permite aplicar lo aprendido en nuestras aulas a los problemas reales de la sociedad.