
La colaboración entre diversos actores en la fase de implementación genera beneficios cruciales para el éxito de una política pública:
Corresponsabilidad y apropiación: Cuando los compromisos se han adquirido de forma participativa, los actores se involucran en la ejecución, ya sea de manera directa o indirecta, generando un sentido de pertenencia y corresponsabilidad.
Sinergia y optimización de recursos: Permite trabajar de manera cooperativa y colectiva, articulando acciones y combinando recursos (materiales, humanos, tecnológicos) que cada actor puede aportar para alcanzar los objetivos.
Supervisión y control social efectivo: La colaboración facilita la creación de mecanismos de supervisión como veedurías ciudadanas y observatorios, que verifican si las acciones contribuyen al logro de los objetivos y cómo se manejan los fondos, asegurando una correcta ejecución.