
La participación de los ciudadanos en la toma de decisiones es fundamental porque permite que las políticas, normas y acciones públicas respondan verdaderamente a las necesidades y realidades de la sociedad. Cuando la gente opina, propone y vigila, se construyen soluciones más justas, inclusivas y efectivas, que benefician a la mayoría y no solo a unos pocos.
Además, esta participación fortalece la democracia, promueve la transparencia y la rendición de cuentas de las autoridades, y genera confianza entre el gobierno y la población. Un ciudadano que participa se siente parte activa de su comunidad, con poder para influir en el presente y futuro de su entorno. Por eso, involucrarse es un derecho, pero también una responsabilidad para lograr una sociedad más justa y equitativa.